sábado, 21 de abril de 2012

TEMA 14. LAS VANGUARDIAS EUROPEAS. EL SURREALISMO.

   La civilización liberal se derrumba con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que, además de provocar el horror como nunca antes por el enorme número de muertos y heridos, dejó a los países vencedores- excepto EEUU- en la bancarrota y ocasionó el desmoronamiento de buena parte de los regímenes europeos. Tras la guerra, Europa se hunde en una depresión económica que propicia el auge del fascismo italiano y de otros movimientos autoritarios; en cambio, los EEUU, lejos de los campos de combate y habiéndose incorporado al bando aliado tiempo después de comenzar los enfrentamientos, disfruta por estas fechas de un crecimiento económico que le permitirá situarse como la primera potencia mundial. 

 Durante el transcurso de la guerra, en 1917, un acontecimiento conmovió al mundo: la revolución bolchevique de Rusia. Su importancia trascendía las fronteras nacionales: el objetivo era la revolución socialista mundial, empezando por los países más industrializados de Europa. Con este fin, se funda en 1919 la III Internacional; la consecuencia fue que se ahondó la brecha entre los reformistas socialdemócratas y los revolucionarios.

  En la Primera Guerra Mundial, España se mantuvo neutral. Pese a los extraordinarios beneficios empresariales obtenidos gracias a dicha neutralidad, la población se empobreció y se intensificó la lucha de clases, lo que culminó en la huelga general de 1917. En Barcelona, grupos anarquistas pasaron a la acción directa y organizaron atentados, a lo que respondió la patronal con bandas de pistoleros a sueldo. En 1920 se fundó el Partido Comunista de España. A esta tensión social se añadieron las consecuencias del anacrónico colonialismo español en el norte de África. Con el golpe militar de Primo de Rivera en 1923 termina la Restauración.

LOS MOVIMIENTOS VANGUARDISTAS EUROPEOS

  Los diferentes movimientos vanguardistas se suceden en Europa a un ritmo vertiginoso. No tienen un carácter exclusivamente literario, sino que afectan a las artes plásticas y proyectan su reflejo en casi todos los ámbitos culturales. Tampoco forman un sistema coherente y cerrado; antes al contrario, son muy diversos y, a veces, contradictorios entre sí, pues frecuentemente un ismo vanguardista se enfrenta al anterior. Es un rasgo general de las vanguardias la voluntad de experimentación, de desarrollar un arte nuevo, así como su hostilidad hacia la tradición -incluso la más inmediata- y la negación de todo valor al pasado artístico. Reaccionan, en particular, contra la sensibilidad romántica, pues hacen gala de un marcado antisentimentalismo. Los vanguardistas son provocadores: desprecian al gran público y a la burguesía, a la que buscan escandalizar con sus actitudes insolentes y agresivas. Pese a desdeñar el Romanticismo, la figura del artista de vanguardia se encuentra próxima a la del romántico, puesto que, al creerse superior al mundo mediocre que lo rodea y considerar la obra de arte como expresión del genio individual del creador, se siente, a menudo, solo e incomprendido. Su constante activismo desemboca en ocasiones en el exhibicionismo y en la acción gratuita. 
  Las diversas vanguardias suelen darse a conocer en las revistas literarias mediante proclamas o manifiestos en los que atacan lo que consideran el arte oficial, y defienden sus nuevas propuestas estéticas. Estos manifiestos, además de impugnar la tradición cultural, dejan traslucir frecuentemente la idea de que la revolución estética forma parte de un cambio más profundo de carácter moral y social. El antagonismo hacia el pasado y las formas artísticas pretéritas es inseparable de la crisis general de la sociedad occidental, que tiene su consecuencia más evidente en la Primera Guerra Mundial. 
1. EL EXPRESIONISMO
  Se distingue del resto de los movimientos vanguardistas en que no niega la tradición artística, sino que acentúa los rasgos ya existentes en el Naturalismo y en el Impresionismo. Sus límites cronológicos son difusos, aunque los años de mayor influencia expresionista van de 1910 a 1925. En Alemania y en los países centroeuropeos y nórdicos es donde el Expresionismo se desarrolla con mayor vigor. 
    Su estética rechaza que el arte sea una mera representación externa de la realidad, porque ha de revelar la realidad interior, para lo cual se resaltan hasta la deformación aquellos aspectos que expresan mejor las características físicas o psicológicas de lo que se describe. Esta búsqueda de la expresividad aparta la obra artística de la reproducción realista del natural, por lo que abundan los personajes extraños, las descripciones intensas y a menudo simbólicas, las caricaturas, los motivos grotescos, los rasgos distorsionados, la expresión cruda de ambientes y comportamientos, las situaciones absurdas y el uso libre del lenguaje, que no es raro que rompa con las convenciones de la lógica. 
   La visión atormentada de la realidad que tienen muchos expresionistas encuentran sus precedentes directos en Kierkegarrd, Dostoyevski, Ibsen, Nietzsche y Strinberg. Algunos nombres de escritores expresionistas que merecen destacarse son; Georg Trakl, Franz Werfel, Alfred Döblin, Georg Kaiser, y, especialmente, Kafka. La influencia del expresionismo será decisiva en la obra de los dramaturgos Valle Inclán y Bertolt Brech. 
  
 


 


2. EL FUTURISMO

    Como su nombre indica, defiende que el arte se debe al futuro y rechaza radicalmente el pasado. El primer manifiesto futurista (1909) fue obra del italiano Filippo Tommaso Marinetti. A este manifiesto le sucedieron otros varios (1912), y puede decirse que, más que por sus frutos literarios, el Futurismo alcanza su mayor relevancia por su aportación teórica.

I .- Es necesario destruir la sintaxis, disponiendo los sustantivos al azar, tal como nacen.

2.- Se debe usar el verbo en infinitivo para que se adapte elásticamente al sustantivo y no lo someta al yo del escritor que observa o imagina. El verbo en infinitivo puede sólo dar el sentido de la continuidad de la vida y la elasticidad de la intuición que la percibe.

3.- Se debe abolir el adjetivo para que el sustantivo desnudo conserve su color esencial. El adjetivo, que tiene en si mismo un carácter matizador, es incompatible con nuestra visión dinámica, porque supone una pausa, una meditación.

4.- Todo sustantivo debe tener su doble, es decir el sustantivo debe ir seguido, sin conjunción, de otro sustantivo al que está ligado por analogía. Ejemplo: hombre-torpedero, mujer-golfo, multitud-resaca, plaza-embudo, puerta-grifo.Como la velocidad aérea ha multiplicado nuestro conocimiento del mundo, la percepción por analogía se hace mucho más natural para el hombre. Por lo tanto hay que suprimir el como, el cual, el así, el parecido a. Mejor aún, hay que fundir directamente el objeto con la imagen que evoca, dando la imagen abreviada mediante una sola palabra esencial.

5.- Abolir también la puntuación. Al suprimirse los adjetivos, los adverbios y las conjunciones, la puntuación queda lógicamente anulada, en la continuidad variada de un estilo vivo que se crea por si mismo sin las pausas absurdas de las comas y los puntos. Para acentuar ciertos movimientos e indicar sus direcciones se emplearán signos matemáticos: + - x = ( ) y signos musicales.
[...]
10.- Destruir en la literatura el "yo", es decir toda la psicología. El hombre completamente deteriorado por la biblioteca y el museo, sumetido a una lógica y a una sabiduría espantosa, ya no ofrece ningún interés. Por lo tanto debemos eliminarlo de la literatura y sustituirlo finalmente por la materia cuya esencia se debe alcanzar a golpes de intuición, cosa que no podrán hacer jamás los físicos ni los químicos.

¡Poetas futuristas! Yo os he enseñado a odiar las bibliotecas y los museos, para prepararos a odiar la inteligencia, despertando en vosotros la divina intuición, don característico de las razas latinas. Mediante la intuición venceremos la hostilidad aparentemente irreductible que separa nuestra carne humana del metal de los motores.
Después del reino animal se inicia el reino mecánico. Con el conocimiento y la amistad de la materia, de la cual los cientificos solamente pueden conocer las reacciones físico-químicas, nosotros preparamos la creación del hombre mecánico de partes cambiables. Nosotros lo liberaremos de la idea de la muerte, por lo tanto de la misma muerte, suprema definición de la inteligencia lógica.

   La exaltación de la acción y de la violencia y el repudio del sentimentalismo revelan la influencia de Nietzsche. Estas ideas, su entusiasmo por la guerra y su nacionalismo explica que Marinetti y otros futursitas terminaran identificándose ideológicamente con el fascismo.

  Por el contrario, los futuristas rusos se incorporan a la revolución bolchevique, en la que ven la concreción social de sus ideales estéticos revolucionarios. El más importante de todos ellos es Vladimir Maiakovski, quien, aunque publicó en 1912 otro manifiesto (Bofetada al gusto del público) en la línea de los de Marinetti, pronto se distinguió de los futuristas occidentales por su originalidad formal y el carácter humano del contenido de sus textos.
  Como aportación literaria del Futurismo, debe insistirse en que abre camino a los sucesivos movimientos vanguardistas, propone liberar el lenguaje de ataduras y cambia toda una mitología literaria al sustituir los objetos consagrados por la tradición como expresión de la belleza por nuevos motivos extraídos de la vida moderna: el automóvil, el avión, las locomotoras, las fábricas, la luz eléctrica, los deportes, etc.

 

 



3. EL CUBISMO

    El Cubismo literario es una consecuencia del Cubismo pictórico. Se señala la fecha de 1913 como la del comienzo de la literatura de este vanguardismo, cuando su principal teórico, el escritor Guillaume Apollinaire, publica el ensayo Los pintores cubistas. En el Cubismo se extrema un rasgo ya presente en el Simbolismo: la acumulación de imágenes que, sin explicarse lógicamente por qué van una junto a otra, producen entre todas una evidente atmósfera o panorama correspondiente a un estado de ánimo, y, a veces todo un mundo humano. Es algo equivalente al collage, el pegar materiales gráficos, previamente usados, como parte de una composicion plástica. El lenguaje, así, se vuelve insólito, al no seguir los cauces y nexos del discurso habitual, sino romperse y recomponerse con intención imaginativa de creación total (José María Valverde). La literatura cubista debe, pues, muchas de sus características a la pintura: fragmentación de la realidad para reelaborarla creativamente, superposición o yuxtaposición de planos, desdoblamiento del punto de vista, montaje arbitrario de los elementos del poema o del relato... Y, al igual que los pintores cubistas incluyen en sus cuadros letras, números, recortes de periódicos, etc., los escritores atienden a los aspectos visuales: tipos de letra, composición de los textos, especial disposición tipográfica de los versos...El caso extremo de imbricación entre literatura y pintura lo constituyen los caligramas de Apollinaire, en los que las letras del texto forman un dibujo alusivo al contenido del mismo.

















4. EL DADAÍSMO

    Surge en Zurich en 1916, cuando un grupo de emigrados, que huyen de la guerra en Europa y se refugian en la neutral Suiza, organizan en el Cabaret Voltaire unas veladas de aniquilación estética, en las que componen poemas con palabras escogidas al azar o recitan al unísono sartas de sílabas sin sentido. El principal animador del grupo es el escritor Trsitan Tzara. En el mismo cabaret realizan actos teatrales, musicales y artísticos que dan lugar al movimiento bautizado con el término Dadá. Este nombre, elegido al azar, es arbitrario, aunque se asoció al balbuceo de un recién nacido, a la palabra "madre" en algunos dialectos italianos, a "nodriza" en ruso, a "caballito de cartón" en rumano y al nombre de la cola de la vaca sagrada en la tribu africana de los kru. Todo esto muestra algunas de las características del dadaísmo: propensión al absurdo, exaltación de lo ilógico y azaroso, regreso a la pureza infantil, búsqueda del primitivismo. En un mundo dominado por la guerra y la destrucción, los dadaístas recurren a la incoherencia absurda como modo de repulsa de la situación. Ponen en tela de juicio los valores tradicionales de forma irreverente, provocadora, agresiva e irónica. Son polémicos, mordaces, inconformistas. Atacan los principios de la razón, que habían dado lugar al absurdo de la guerra. Dadá lo niega todo, desde una perspectiva, según los casos, nihilista o anarquista. Estéticamente, se renuncia al significado y se reivindican la espontaneidad, la ocurrencia imprevista, la sorpresa, la desinhibición, el lenguaje incoherente... En adelante, cualquier cosa puede ser una obra de arte, porque lo importante es el acto de crearla o concebirla. Con ello se ensanchan las fronteras del hecho artístico, que da cabida a cuanto pueda excitar la imaginación o provocar una experiencia lúdica, al tiempo que elimina cualquier tipo de trascendencia de la obra artística más allá de sí misma. Al finalizar la guerra, los dadaístas recalan en su mayoría en París. Junto a Tzara, destaca entonces Francis Picabia. 


DADA NO SIGNIFICA NADA

Si a uno le parece fútil y si uno no pierde el tiempo con una palabra que no significa nada... El primer pensamiento que revolotea en esas cabezas es de índole bacteriológica: hallar su origen etimológico, histórico o psicológico, por lo menos. Por los diarios se entera uno que a la cola de una vaca santa los negros Krou la llaman: DADA. El cubo y la madre en cierto lugar de Italia: DADA. Un caballo de madera, la nodriza, doble afirmación en ruso y en rumano: DADA. [...]
Así nació DADA de una necesidad de independencia, de desconfianza para la comunidad. Aquellos que nos pertenecen conservan su libertad. No reconocemos ninguna teoría. Estamos hartos de las academias cubistas y futuristas: laboratorios de ideas formales. ¿Es que se hace arte para ganar dinero y acariciar a los gentiles burgueses? Las rimas suenan a la asonancia de las monedas y la inflexión resbala a lo largo de la línea del vientre de perfil. Todas las agrupaciones de artistas han desembocado en este banco cabalgando sobre diversos cometas. La puerta abierta a las posibilidades de arrellanarse en los cojines y en la comida. Aquí echamos el anda en la tierra feraz.
PARA HACER UN POEMA DADAÍSTA.

Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que quiera darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.



EL SURREALISMO. LA REHUMANIZACIÓN DE LAS VANGUARDIAS


  De los rescoldos del Dadaísmo nació en los primeros años 20 un nuevo movimiento vanguardista, denominado originalmente en francés Surréalisme. Resulta habitual referirse a él en castellano con el calco gráfico de Surrealismo, aunque no son infrecuentes las más correctas traducciones de Suprarrealismo o Superrealismo.
  El Surrealismo tuvo por principal impulsor al escritor francés André Breton, quien redactó el primer manifiesto del nuevo ismo, en 1924.

  Ordenad que os traigan recado de escribir, después de haberos situado en un lugar que sea lo más propicio posible a la concentración de vuestro espíritu, al repliegue de vuestro espíritu sobre sí mismo. Entrad en el estado más pasivo, o receptivo, de que seáis capaces. Prescindid de vuestro genio, de vuestro talento, y del genio y el talento de los demás. Decíos hasta empaparos de ello que la literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escribid deprisa, sin tema preconcebido, escribid lo suficientemente deprisa para no poder refrenaros, y para no tener la tentación de leer lo escrito. La primera frase se os ocurrirá por sí misma, ya que en cada segundo que pasa hay una frase, extraña a nuestro pensamiento consciente, que desea exteriorizarse. 

  El interés por el subconsciente, por los sueños y por los aspectos del pensamiento humano no sometidos a la lógica y a la razón está relacionado con el conocimiento de las teorías de Freud y la doctrina del psicoanálisis. La obra de arte debe ser, así, el lugar donde aflore todo aquello que, reprimido por las normas morales o sociales, se encuentra oculto en el interior de las conciencias. El Surrealismo se presenta, por tanto, como un movimiento emancipador de los seres humanos, a quienes pretende liberar de las ataduras de la lógica racional, de las convenciones de todo tipo y del lenguaje mismo. Por ello, este debe brotar en la obra literaria de forma espontánea, libre de inhibiciones, manifestando en toda su pureza el estado de ánimo y los impulsos psíquicos más profundos. Se conseguiría, de este modo, alcanzar una esfera de conocimiento más elevada, que está por encima de la realidad visible, en una realidad superior (superrealismo).

 
  Para conseguir ese lenguaje en libertad, Breton propone la escritura automática: de forma semejante a como el psicoanálisis pretende que los sujetos hablen de sus más íntimas preocupaciones y conflictos de modo continuado y rápido para evitar el control de la voluntad sobre el discurso, los escritores surrealistas habrán de intentar transcribir con la mayor rapidez posible y sin rectificación alguna el flujo de la conciencia, eludiendo cualquier control de la mente sobre el mismo. El automatismo expresivo (apenas puesto en práctica de forma absoluta salvo en determinadas condiciones, como cuando se alcanza un estado de trance a través de la hipnosis o bajo la influencia de las drogas) tiene como consecuencia cierta renovación estilística al dar entrada a asociaciones insólitas de palabras, imágenes oníricas y visionarias, sorprendentes metáforas, relaciones inadvertidas entre las cosas y los seres, además de abrir el camino a nuevos temas, como el mundo de los sueños y de la imaginación, la atracción por todo lo inquietante y misterioso, la fascinación ante objetos extraños y seres enigmáticos, el gusto por la magia y por los fetiches más insólitos, etc.
  
   Junto con Breton, otros escritores, también franceses, que se encuentran entre los principales valedores iniciales de Surrealismo son Paul Éluard, Louis Aragon y Antonin Artaud.
   Este grupo surrealista francés tuvo una vida interna muy conflictiva, a la que no fue ajeno el espíritu de secta que lo animaba. De hecho, Breton ejercía como jefe de cofradía y admitía o expulsaba a sus integrantes. Uno de los principales puntos de fricción fue el compromiso político del grupo. El deseo de liberación que alentaba el movimiento tenía una indudable trascendencia social y política. Si en la liberación interior y moral partían de Freud, en la liberación social se acercaron a los postulados de Marx. Ello propició no pocos enfrentamientos. Breton intentó aproximar el Surrealismo al Partido Comunista francés; en este propósito, se desvinculó del grupo Artaud, quien se negó a ingresas en el partido. Sí lo hicieron Aragon, Éluard y el mismo Breton. Pero la relación fue siempre polémica y, salvo Aragon, todos fueron expulsados. Éluard volvió más tarde al partido mientras que Breton se aproximó a las posiciones políticas de Trotsky.
  De este modo, la práctica política del Surrealismo como grupo apenas tuvo repercusión social: por el contrario, la influencia de los primeros surrealistas en el arte perduró por mucho tiempo, tanto en la literatura como en las artes plásticas o en el cine. Sin embargo, en el terreno literario los frutos más significativos del Surrealismo se produjeron cuando se comprendió que la escritura automática y el automatismo psíquico eran meros ideales y que las imágenes oníricas asociadas al mundo del subconsciente podían ser técnicamente trabajadas. En la ensambladura entre lo onírico y lo subconsciente logró sus más altos logros artísticos.

   El Surrealismo contribuyó a la rehumanización de las vanguardias al poner el acento sobre aspectos como el compromiso social o la revolución moral. Aunque sin desdeñar lo lúdico, los surrealistas superan la concepción del arte como juego intranscendente, al considerar la rebeldía vanguardista como parte de una actitud subversiva más general. No en vano las principales revistas del grupo francés tenían por título La Révolution Surréaliste y Le Surréalisme au Service de la Révolution. Las trayectorias personales de Breton y los demás confirman, asimismo, ese giro humanista e incluso neorromántico de la vanguardia.
 

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